Pues sí, es una máxima que divulgamos constantemente y que lo haremos en futuras entradas. La mejor forma de plantearse el diseño de cualquier objeto es expresando el máximo con lo mínimo. Y en el ámbito de la joyería no podía ser de otra forma.

Este brazalete que os mostramos hoy muestra el desarrollo de una forma muy sencilla a partir de lineas tan básicas como círculos y rectángulos. Esa expresión geométrica tan sutil hace que la pieza cobre fuerza cuando adorna el cuerpo contrastando con la morfología orgánica del mismo. Es una llamada de atención visual al espectador ante un objeto que resalta y embellece, que pone en contacto de forma amable el frío metal con la calida piel.

Para esta ocasión hemos elegido el oro blanco y los diamantes porque su tono neutro facilita la percepción de la forma de un modo más abstracto.

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