Sobre collares de perlas y otros clásicos

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Siempre se ha dado por buena la idea de que hay que tener un fondo de armario básico, es decir, una serie de piezas por las que el tiempo no pase y a las que recurrir en caso de laguna estética. Bien, pues cojamos esa idea, envolvámosla con cualquiera de esos objetos y arrogémoslos por la ventana más cercana. 

No hay objetos que soporten bien el paso del tiempo sino piezas que merecen ser miradas con indulgencia tras el paso del implacable cronos. 

En joyería uno de los clásicos más recurrentes es el collar de perlas y como antes he mencionado no debemos tratarlo como la pieza de (voy a ponerlo entre comillas para darle un toque irónico) "fondo de armario" sino como un vestigio de un tiempo pretérito. Las perlas merecen ser sacadas del nicho al que algún presuntuoso estilista las sometió en algún momento de la historia. Es justo y de agradecer que un noble material sea el centro de objetos que provoquen admiración y huelan a nuevo y porqué no, a vanguardia.

Para hacer un pequeño homenaje a esta tesis os mostramos un collar de perlas, así, de forma genérica, porque en realidad es lo que mostranos. Aquí las perlas son protagonistas no por su número ni por su belleza, son las dueñas del diseño, el nexo coherente del conjunto, un conjunto que rebosa contemporaneidad y que tendrá su repercusión en el tiempo sin pretender ser un "indispensable" fondo de armario.


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